Ana Ojeda: “Reivindico lo marginal”

Ana Ojeda (Buenos Aires, 8 de agosto de 1979) es una escritora y editora argentina. Licenciada en Letras. Editora de Paidós. Autora de múltiples libros y además dirigió el proyecto editorial “El 8vo. loco”. ¿Sus obras? Modos de asedio (El 8vo. loco ediciones, 2007), Falso contacto (Milena Caserola, 2012), La invención de lo cotidiano (El 8vo. loco ediciones, 2013), Motivos particulares (Pánico el Pánico, 2013) Microrrelatos. No es lo que pensás. Sobre la imposibilidad de viajar (Hekht Libros, 2015), Necias y nercias (Modesto Rimba, 2017), Mosca blanca mosca muerta (Bajo la Luna, 2017), Vikinga Bonsái (Eterna Cadencia, 2019) y Seda metamorfa (Muchas Nueces, 2021). En medio de un clima amable, cándido, sentada en la terraza de Eterna Cadencia, la autora se prestó con su característica honesta sonrisa a responder las preguntas de rigor y el público asistente demostró pasarlo de maravillas.

Por Lala Toutonian.

¿Querés contarnos acerca de “El 8vo. Loco”?

“El 8vo. Loco” era un sello autogestivo que hicimos con mi compañero entre 2005 y 2017 en donde murió por MACRIsis (juego de palabras en referencia a la crisis económica del año 2017 durante el gobierno del ex Presidente Mauricio Macri) y también era un momento crítico para mí con mi vocación de escritora, porque yo siempre digo que si no tuviera que formar parte de la sociedad me dedicaría solamente a escribir. Pero como hay que trabajar, me dedico con mucho placer también a ser editora. En aquél momento se volvió todo muy difícil con ese proyecto personal que habíamos comenzado desde cero, sin capital simbólico ni metálico. Contábamos sí con mucho ímpetu, como esa frase de Roberto Arlt “La prepotencia del trabajo”. Éramos muy jóvenes también y creíamos que con tener ganas y fuerza, bastaba. Bastó durante 13 años pero llegó un momento en qué me planteé: ¿Esto para dónde va? Además me quitaba mucho tiempo para escribir que era lo que yo quería hacer en definitiva y me quedaba enredada en todas las problemáticas que trae aparejada una publicación: deseos, temores, vanidades, egos, etc. Entonces sentí que ya era momento de hacer “fin de ciclo” y eso me oxigenó un montón y me permitió dedicarme de lleno a la escritura, algo que para mí fue muy bueno.

Has escrito mucho. Novelas, cuentos y microrrelatos ¿Escribiste poesía?

No escribí poesía hasta ahora. Lo que sí me está pasando es que tengo un par de novelas escritas en algo que no sé muy bien cómo catalogar, un híbrido que es prosa, pero es una prosa rimada. Es prosa en el sentido de que “pasan cosas”, que hay una acción permanente, pero esta acción se va acomodando con rima. Entonces visualmente parece como un poema, pero para mí no es un poema, sino una prosa que cada tanto rima.

Sobre esa estética que mencionás, justamente, me gustaría que nos cuentes un poco sobre Vikinga Bonsai

Vikinga empezó como una exploración con los sonidos, como que los sonidos se fueron autonomizando. Después comenzó a aparecer este corte de renglón que va medio mutando entre párrafo y rima y verso. Después escribí dos o tres novelas más que van cortando casi en verso.

En medio de la tendencia actual, creo que tu estilo es “marginal”, que puede ser una palabra que se preste a debate. Marginal que va por los márgenes. Vos que siempre fuiste de hacer apuestas por las editoriales independientes y  también lo que hiciste al inicio con lo autogestivo que nos contabas ¿Sos una punk y no lo sabés?

Por ahí sí. Reivindico lo marginal. De lo marginal viene el aire fresco, lo pequeño. De hecho el otro día estuvimos acá, en Eterna Cadencia, presentando el libro de Eric Schierloh “La escritura aumentada” y es eso, un elogio del tamaño humano, de lo que podemos hacer con nuestras propias manos. Lo marginal te permite la exploración y por ahí no sabés bien para dónde van a ir estas exploraciones, a veces son exitosas y otras no, pero eso  te brinda la tranquilidad de sacarte la mochila de tener que ser Borges todo el tiempo. A mí no me interesa ser Borges. No lo soy. A mí lo que me interesa es divertirme cuando escribo. Entonces estas opciones no centrales me permiten ir haciendo lo que yo quiero y no lo que se espera de mí.

Hablemos un poco del lenguaje, de esta rigidez que a veces se quiere mantener, cierto conservadurismo incluso. El idioma entró en un cambio más veloz en la actualidad que a veces se pelea tanto con el academicismo, y vos lo tratás de un modo muy natural.  Siempre jugaste mucho con las palabras.

Creo que el lenguaje para mí es un territorio de juego, lúdico, siempre lo fue. Lo que pasa es que antes, cuando era un poco más joven y más tímida o más consciente de lo que circulaba en ese entonces, me permitía la mitad de lo que yo realmente quería hacer y la mitad de lo que pensaba que podría salir publicado en una editorial. Yo veía lo que se publicaba y que resultaba celebrado y bienvenido, entonces creía que lo mío sería algo así como descastarse demasiado. Pero a partir de un momento, no sé si por la edad o por el comienzo del uso del lenguaje inclusivo,  me di cuenta que es lo mismo, que “no pasa nada”. Algo que te das cuenta como editora y recibís a autores y autoras nóveles que viven la salida de su primer libro como si fuera a cambiar el mundo y la verdad es que no, no pasa nada, así que: hacé lo que quieras porque todo sigue igual. Es importante para uno que lo escribe pero ¿Cuántos libros incandescentes e inmortales hay? Son contados con los dedos de la mano. Así que tenemos total libertad para decir cualquier barrabasada.

¿Cómo te llevás con esta relación tuya de escribir ficción de rigor y ser editora de ensayos de no ficción? ¿Cómo hacés? ¿Partís tu cerebro en dos?

Sí, soy dos. Me funciona bien justamente porque a mí me gusta muchísimo leer ficción y escribir ficción, y reservo la no ficción para el trabajo. Como compartimentado, leo mucha no ficción para el trabajo y mucha ficción para “ser”. 

Como editora ¿Notás que hay muchos escritores nóveles en la no ficción? 

Sí, pero hay muchos nóveles en todo. Ficción y no ficción. Hay muchas ganas. Algo que celebro, porque pensemos que en algunos países vecinos, como Paraguay, no tienen sistematizada su propia literatura. Lo que Ricardo Rojas hizo acá en 1911 o 1912, ellos todavía lo tienen que hacer. Por eso siempre celebro el burbujeo constante que tenemos acá de narradores y narradoras, es enorme la cantidad de lo que se escribe y lo que se publica. Se nota luego en las ferias internacionales que, aunque no puedan ir muchos autores nóveles por falta de dinero, podríamos mandar contingentes de cientos de autores que son todos de primer nivel. 

Tenemos una gran literatura. Autores reconocidos en todo el mundo. Hay muchas editoriales independientes. La FED es siempre un gran momento. En FILBA te das cuenta las ganas y la necesidad de la gente de participar en la literatura. En los barrios, en las plazas, se hacen ferias de libros en salones comedores. Es la necesidad de salir, pero también el poder debatir y compartir. 

Sí por suerte hay mucha movida y lo celebro.

Con todo lo que me contabas que tenés preparado y escrito ¿Cuál es tu fórmula para congeniar ser madre, trabajadora y escritora?

Trato de escribir todos los días. Cada escritor tiene su manual. Para mí la escritura es un músculo, entonces yo todos los días tengo que ir a hacer mi “flexión diaria” para que no se me entumezca. Tal vez eso luego termina sumándose en alguna novela, relato y otras veces no termina en nada y se va acumulando. 

Toda tu obra es bien distinta entre sí, no lleva un hilo realmente conductor, Hay que leer tres o cuatro libros tuyos como para realmente saberte un poco, y eso me parece muy importante. Lo que más se destaca en vos primero es “lo mujer” ¿Esto lo continuás en tus obras?

Sí, realmente “lo mujer” me obsesiona. No quiere decir que esta obsesión sea para siempre, porque vamos cambiando y con el paso del tiempo tenemos problemáticas diferentes, pero en este momento me parece un cantero inagotable. A parte soy muy lectora de teoría feminista y cada libro que leo me retroalimenta con problemáticas que veo y que vienen de hace tiempo. Por ejemplo ahora estoy leyendo “La Mujer Eunuco” de Germaine Greer que fue escrito en 1960, y si bien una gran parte ya perdió actualidad porque habla de una sociedad de hace años y que ni siquiera es la nuestra, siguen vigentes nudos y problemáticas que ya estaban en ese entonces y seguimos teniendo nosotros. Hay muchas cosas que escribo que salen de cosas que leo de ese estilo. Leo para informarme, para aprender, no para estudiar o con una agenda para después escribir sobre algo puntual. Pero ese tipo de lectura me enciende. 

Ahí es en donde te sirve el salto del ensayo a la ficción

Sí.

Leyendo e investigando tanto sobre esta temática que te interesa ¿Creés que vayas a escribir en algún momento alguna no ficción de ese estilo?

No creo. Pienso por ejemplo en Rebecca Solnit, que es autora de ficción y no ficción y tiene un montón de libros de no ficción de teoría y crítica feminista. Yo no creo, sinceramente, porque a mí no me interesa llegar a “la conclusión”, lo que me interesa es más la problemática. Lo que me tienta escribir es sobre mujeres que no tienen claro lo que tienen que hacer o que están absolutamente despedazadas o tironeadas por el deber ser y que esto no se les resuelve con decir “mi cuerpo es mío” o “amo mi cuerpo” o “me amo” y ya está. Justamente en donde falla eso es en donde aparece la novela. Ese es mi espacio para escribir.

¿En función a una historia vas armando todos estos personajes con nombres raros?

A mí lo que se me aparecen primero son los nombres raros. Esos nombres que me parecen buenísimos y que me hacen divertir un montón. Que al final es como decías vos: son palabras cotidianas que están sacadas de contexto. Una vez que aparecen esos nombres me va a apareciendo ya no la razón sino algo que está en otro lado y comienzo a preguntarme ¿Y ésta quién es? ¿De dónde vino? ¿Qué le pasa? Y es ahí cuando comienzo a juntar problemáticas y es como tirar de un hilo para empezar a narrar la historia de ese personaje a partir del nombre. Cuando empiezo a escribir no sé lo que va a venir o lo que va a pasar.

 Podés ser hilarante también

Sí, a mí el humor me interesa muchísimo. Me interesa leerlo y me interesa escribirlo. Lo que más me gusta de la vida es reírme. Me parece algo muy rioplatense lo retorcido del: “río para no llorar” que es bien profundamente nuestro y cultural. Nos podemos reír de cualquier cosa porque salís de cualquier pozo con la risa. Cuanto más terrible es lo que te pasa, parece incluso más hilarante. Es ridículo e hilarante.

Un editor hace mucho tiempo me dijo que sólo una persona inteligente sabe reírse de sí mismo y eso me cambió la vida. 

Hay risa para todos los momentos y episodios. Porque tenés la risa gozosa pero en ficción la que más me interesa y me causa gracia es lo que decía Bergson en el tratado de la risa, el automatismo te da gracia, y me parece que es algo muy infantil y espontáneo y muy sanador. Lo que yo escribo, yo lo siento muy cambalache sin impostura y a mí me gusta que sea totalmente ridículo.

¿A vos qué o quién te hace reír?

Me hace reír twitter. El ingenio de la gente ante una tragedia, como por ejemplo alguien que instala una alacena y se le cae con todo adentro y pone un post sobre eso y ves los comentarios tan ingeniosos y te reís, porque están los que dicen “Lo lamento mucho” y los que se ríen de la desgracia ajena con mucho ingenio y eso me desternilla de risa. Después podría nombrar a Martín Rechimuzzi que me hace reír muchísimo, porque es un politólogo que hace humor informado. Pero volviendo a twitter, el affaire Wanda Nara y La China, para mí esa semana fue una fiesta. Y hasta me resulta cómico entrar en ese código que hay de escribir todo mal a propósito, perdiendo los signos de puntuación, y si lo pensamos bien, el Latín comenzó escribiéndose sin signos de puntuación y sin espacios entre las letras, así que leerlo era un trabajo fatigoso. Por eso creo que twitter es como volver un poco a eso, con una oralidad un poco descontrolada.

Y ahora ¿Qué es lo que se viene?

Tengo varias cosas, una novelita rimada que se llama “Malagana” que es la historia de una mujer que aprende a decir que no. Entonces le pasan un montón de cosas y le va cada vez peor. Después de “Malagana” escribí otra también rimada que se llama “Lograr los logros” que es sobre tres monjas que están en un convento en General Rodríguez y ellas quieren sostener el patriarcado. Ellas sienten que el patriarcado depende de ellas y van a hacer lo que sea para sostenerlo. También pasan muchas cosas en el convento, hay asesinatos y hay que investigar quién fue. Hay una liga de jefes de hogar y otra liga de cónyuges de jefes de hogar que están todos en movimiento al mismo tiempo. Y además tengo un montón de novelas anteriores.

Contános ¿Qué es una novela rimada?

Una novela rimada es esto que te decía, porque el otro día pensaba por qué no llamarlo directamente poesía. Creo que la diferencia es que en mis “engendros” por llamarlos así, pasan muchas cosas, el motor de la acción es constante, no hay reflexiones y descripciones, no hay observación, son más los personajes en movimiento. Lo diferente es que estas acciones constantes se cuentan de un modo que rima fonéticamente. 

¿Qué te gusta leer?

Novela de ficción. Escrita en castellano, en lo posible originalmente. Leo muy poca literatura extranjera. Leo especialmente literatura argentina. Contemporánea y clásica también, porque somos un país muy nuevo como bien vos decís, pero que comenzó a escribir muy rápido. Nosotros antes de ser estado nación ya teníamos gente que estaba yéndose a la Patagonia a exterminar indios y escribía afanosamente sobre eso. Así que somos una nación que nació con la literatura. La gauchesca y la reacción a la gauchesca pasó por la literatura. 

Y también hay muchos nuevos autores. Tenemos mucho escrito.

También veo que hay mucho primer libro. Muchos autores que lanzan su primer libro y después no reinciden. Incluso buenos libros y muy celebrados pero que luego el autor no saca otra novela, tal vez sí compilaciones de cuentos publicados en revistas u otros medios, pero por alguna razón no siguen explorando más allá. A mí lo que me interesa es seguir escribiendo, eso es lo que quiero de mí en la vida.

Y te divertís mucho haciéndolo.

Sí, me re divierto y siento que hago algo útil. Útil para mí. Yo siento que cuando termino de escribir en el día, lo que tenía que hacer ese día ya está hecho y puedo hacer cualquier otra cosa. Me encanta Amélie Nothomb, y ella es tremendamente prolífica, tiene cientos y cientos de novelas, pero publica pocas  por año como sacando a cuentagotas todo el material que lleva escrito para no saturar. Ella considera que no todas sus novelas escritas tienen por qué estar circulando. Ahí hay también una edición que ella misma se hace. Yo lo dejo un poco más al azar. Un poco trato de publicar y otro poco dejo que el universo se esfuerce un poco también.

Pero vos tenés un montón de títulos dando vueltas todo el tiempo

Sí, al final las cosas van saliendo. Sobre todo si seguís insistiendo y seguís escribiendo. Esa es otra cosa de autores nóveles, la desesperación porque salga, cuando la realidad es que con el tiempo y con un poco de paciencia todo va saliendo.

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