Conocer la obra de Marcelo Vera es saber de él. No porque haya algo de su propia historia en su obra sino por su generosidad a la hora de la escritura. Su transparencia, sencillez nos lleva en su lectura a la evidencia de la fragilidad de la ilusión. Por lo demás, hablar con él resulta de lo más interesante (y divertido, digamos todo); además de la sumatoria en la charla de dos figuras rutilantes: María Luque y Cecilia Fanti. Un gran encuentro realmente.
Por Lala Toutonian
Marcelo Vera nació en Rosario y es escritor, poeta y gestor cultural, entre tantas cosas como casi todos los que se dedican a escribir. Su primera novela, Solo, fue publicada por La Pollera Ediciones e incluida en la Hotlist de la International Alliance of Independent Publishers en la Feria del Libro de Frankfurt 2020, y seleccionada nuevamente en 2021 para representar a la editorial. Su libro de poesía El glitter de los solitarios (una suerte de gemelo poético de Solo) fue publicado en 2021 por la editorial Santos Locos. Junto a Solo, Estepicursor forma parte de Diorama, un proyecto multidisciplinar del autor que incluye diferentes disciplinas artísticas. En la actualidad se desempeña como gestor cultural en diversos proyectos editoriales de Argentina y España.
Marcelo, contanos por favor los nexos entre Solo y Estepicursor, además de tu proyecto DIORAMA, que también tiene que ver, ¿verdad?
Estepicursor es un libro que surge en mi cabeza a la par que Solo (publicado por La Pollera en 2020), y forma parte de DIORAMA, un proyecto multidisciplinar que incluye literatura, teatro y artes visuales entre otras disciplinas artísticas, y se encuentra conformado por contenidos interconectados que toman el vacío, la soledad y la pérdida como ejes fundamentales de soporte y experimentación. Esta conexión se replica también en El glitter de los solitarios (Santos Locos 2021), el libro de poesía que salió a la par de Solo, porque la fase literaria DIORAMA consta de tres novelas y cada una lleva consigo un libro de poesía a la par. De momento ya salieron las dos primeras novelas y el primer libro de poesía, y en el primer semestre del año próximo está prevista la salida del libro de poesía que acompaña a Estepicursor. Por lo tanto estamos ante un libro que perfectamente puede leerse de manera independiente, o en conjunto con los demás libros (novelas y poesía) que conforman el proyecto. Las similitudes con Solo resultan innumerables, incluso en algún punto los protagonistas podrían resultar intercambiables, apenas con mínimas alteraciones. En función de todo esto, a la hora de pensar un abordaje estético trato de plasmar un microcosmos que se amolde a cada historia, sin perder de vista que cada libro forma parte de un proyecto más extenso e interconectado. En el caso de Estepicursor me interesó además, para reforzar el clima de la trama, crear una playlist que puede oírse, o no, a la par de la lectura, y creo que ayuda a entrar en sintonía con el humor y la sensibilidad de la protagonista.
Pareciera que hay dos puntos clave en Estepicursor: la soledad tras la separación de la familia y la frustración por la maternidad de la narradora.
Definitivamente la protagonista transita la trama en medio de una soledad extraña, difusa (esa clase de soledad que aparece amenazante en ciertos momentos de la vida, como un agujero negro), y de una notoria frustración marcada por un profundo cinismo, porque definitivamente no me interesaba mostrar un registro sensiblero de la pérdida, qué es algo que tampoco me interesó mostrar en la novela anterior (Solo), que vale la pena volver a mencionar porque está muy relacionada con Estepicursor en cuanto a temática y registro, y además dialoga en todo momento y puede tomarse como una lectura especular y complementaria. Creo que la mezcla equilibrada de esos tópicos (la soledad y la frustración), junto con temas como el vacío, la pérdida y el dolor, forman parte de la materia prima que sostiene la trama. Pero es absolutamente necesario aclarar que también se trata de un libro marcado por el humor, y los animales, claro, porque sin animales nada de lo que escribo tendría sentido. Consciente o inconscientemente siempre busco reflejar en lo que escribo la presencia de los animales y de distintas disciplinas artísticas como una cálida y genuina tabla de salvación. En este caso en particular, cuando me planteé realizar tres novelas relacionadas con ese universo tan inabarcable, como es el universo de la soledad y el vacío, me interesó ver de qué manera podía acercarme al tema desde distintos ángulos con apenas pequeños corrimientos en las diferentes historias. También me interesaba mucho que cada lector pudiera completar cierta información a medida de sus deseos o necesidades, y traté de crear un artefacto permeable a distintas pérdidas o recuerdos personales durante la lectura.
La protagonista nos relata a los lectores su propia historia en primera persona…
Este es un caso donde la voz de la protagonista se impuso con mucha claridad desde el comienzo de la idea, porque me resultaba muy interesante narrar la soledad y la frustración en primera persona. Al comenzar la narración nos encontramos ante una protagonista que intenta dejar todo atrás, absolutamente todo. Nada de su presente le resulta interesante o atractivo, e intuye que el recuerdo de los viejos buenos tiempos solo puede contribuir a quebrar por completo su frágil estabilidad. Sin dudas eso la aterra y elige permanecer en una nebulosa extraña, sin detenerse a pensar demasiado en nada que le recuerde al pasado.
¿Cómo se trabaja una narrativa en primera mujer siendo varón?
Narrar con voz femenina fue algo que abordé con el mayor de los respetos, pero nunca supe (hasta que el libro vió la luz) si realmente lo había logrado, pero sin dudas mi mayor preocupación tenía que ver con eso, y con la narración de cierta maternidad compleja, fallida, que atraviesa toda la trama. Debo confesar que solo me tranquilicé cuando Ceci (Fanti), que fue la primera lectora y se transformó en la madrina oficial del libro, lo leyó y me dió su voto de confianza.
Hablemos del Estepicursor, el estepicursor (su presencia en la trama): la protagonista vive su vida cual estepicursor, el ritmo de la novela es casi desértico… Los dibujos de “publicidades” que acompañan el texto resultan muy destacados.
Siempre me llamaron la atención los estepicursores (en general me atraen mucho las rarezas y suelo acopiar toneladas de data inútil sobre fenómenos más o menos absurdos Ej. avistamientos de Elvis), y cuando comencé a delinear el personaje principal de la novela rápidamente supe que esas plantas zombies serían los compañeros ideales para su andar errante acompañándola involuntariamente a lo largo de su vida, ofreciendo además un delicado contrapunto entre las características de ambas. De lo que realmente no estaba seguro era de encontrar a mis editores chilenos receptivos para aceptar un título potencialmente piantavotos (risas), pero resultó que sí, que les pareció tentador y solo me recomendaron quitar el Miss (porque originalmente la llamé Miss Estepicursor) y logramos ponernos de acuerdo y lanzarlo con este bello título que tan fácil resulta pronunciar a la gente en las librerías (risas). Una mención aparte merece el diseño de cada uno de los estepicursores que ilustran las diferentes noticias sobre apariciones de estepicursores que atraviesan la novela. La ingrata tarea (risas) recayó sobre María Luque (escritora y artista plástica), que ya está acostumbrada a mis pedidos insólitos, y logró darle una calidez increíble a cada uno de los diseños.
Hay un QR al final de la novela con una banda de sonido para leerla, ¿cómo se te ocurrió eso?
En realidad siempre trato de incluir, de algún u otro modo, diferentes disciplinas artísticas (junto con la presencia de animales) como ejes fundamentales de pureza y calidez en tramas que suelen resultar un tanto angustiantes. Mis libros son breves (me gusta poner el foco en historias muy pequeñas), pero tocan ciertos temas difíciles, y el acercamiento intuitivo de las y los protagonistas a distintas formas de arte me resulta indispensable para el desarrollo de la trama. Además soy un artista plástico frustrado, en serio, realmente lo intenté pero era un pésimo pintor (risas) y, consciente o inconscientemente, busco plasmar algo en mis libros que refleje al arte como una salvación, en comunión con los animales. En este caso la fotografía funciona como una pequeña tabla de salvación para la protagonista, y me interesó además, para reforzar el clima de la trama, crear una playlist que puede oírse, o no, a la par de la lectura, y creo que ayuda a entrar en sintonía con el humor y la sensibilidad de la protagonista. También merece una mención especial la portada de Paz Bardi, que es un fragmento de un cuadro increíble de una serie de pinturas llamada “La oscuridad en los árboles que no se ven”. Fue un cuadro que descubrí en una de sus muestras, y automáticamente quedó grabado en mi mente, así que fue la primera opción a la hora de perfilar una portada. Afortunadamente Paz se enganchó con la propuesta , y mis editores me dieron el gusto (risas).
¿Cómo es la relación con la editorial chilena La Pollera?
Conocía el trabajo de La Pollera desde hacía bastante tiempo, porque es una editorial con presencia permanente en la Feria del Libro y la FED, que además tiene una distribución cuidada y en simultáneo con Chile. Cuando comenzamos a trabajar juntos (a principios de 2020, con el lanzamiento de Solo) me encontré con un sello maduro y en expansión, que cuidó cada detalle de la edición y me acompañó en cada momento permitiendo que la experiencia de publicar en Chile resultara inmejorable. Precisamente, a raíz de esa experiencia tan favorable, me decidí a enviarles el manuscrito de Estepicursor para que evaluaran su potencial publicación, y nuevamente me encuentro muy feliz con el resultado de trabajar junto al team de La Pollera. Por cierto, aprovecho para dejar constancia que por contrato debo alabarlos en cada presentación, porque tienen amenazada a mi familia (risas).