Alejandro Tantanian: “Me interesa que el teatro habite otras prácticas artísticas”

Alejandro Tantanian nació en Buenos Aires. Dramaturgo, autor y director de teatro, estudió actuación en la Universidad Popular de Belgrano y siguió formándose en canto, dirección y dramaturgia con maestros como Laura Yusem, Ricardo Monti, Alicia Scaglia y Norman Briski, entre otros. Desde entonces, a este rol se suman sus trabajos como autor, director, régisseur, cantante, docente, traductor y gestor cultural. Formó parte de diferentes colectivos de teatro experimental y fundó Panorama Sur, una plataforma de formación e intercambio para artistas desempeñándose como director artístico.

Fue Curador de Artes Teatrales del Museo de Arte Moderno (MAMBA).y Director General y Artístico del TNA / Teatro Nacional Argentino – Teatro Cervantes. Lo preceden numerosas obras en el país y en el exterior que lo han hecho merecedor de diversos premios. Sus piezas han sido traducidas al portugués, inglés, italiano, francés y alemán. 

Acaba de publicar junto a Andrés Gallina y Oria Puppo, Diccionario Utópico de Teatros, (Ediciones Documenta) una obra colectiva que refleja expresiones del teatro e imagina nuevas etimologías y sentidos utópicos para escenas y teatralidades del futuro. 

Por Lala Toutonian

—Este Diccionario utópico de teatros, publicado por Documenta/Escénica, una editorial que se destaca por sus diseños y su apuesta, está compilado por vos, Alejandro, junto a Andrés Gallina y Aurea Pupo. ¿Cómo surgió todo?

—Es un diccionario propiamente. El diseño es como el de las viejas agendas donde anotábamos los teléfonos. Y para eso elegimos a los veintiséis autores que forman parte de este libro. (N: de la R: conformada por Maricel Álvarez, Ricardo Bartís, Ignacio Bartolone, Beatriz Catani, Carla Crespo, Carlos Gamerro, Graciela Galán, Rodrigo García, Emilio García Wehbi, Mauro Guzmán, Bárbara Hang, Santiago Loza, Ezequiel Lozano, Pablo Maurette, Agustina Muñoz, Santiago Nader, Opera Periférica, Marina Otero, Susana Pampín, María Fernanda Pinta, David Seldes, Lucia Seles, Rafael Spregelburd, Susana Tambutti, Gustavo Tarrío, Emmanuel Taub, Mariana Tirantte, Diego Vainer y Flor Vecino.)

Y para esto crearon la compañía U. ¿Es así?

—Sí, en realidad el proyecto nació en pandemia. Nosotros, junto con Andrés Gallina y Oria Puppo, fue el núcleo de colaboración, una gestión que llevamos adelante en el Teatro Cervantes, el cual dirigí entre el 2017 al 2020. Y de allí, Andrés, Oria y yo éramos el equipo de dirección. Ahí empezamos a pensar en proyectos posibles y Andrés habló de la posibilidad de hacer un diccionario. En realidad, nace en pandemia como decía lo que fue claramente un entorno un poco hostil para el teatro, estábamos imposibilitados de hacerlo como muchas otras cosas. Esta es una actividad indefectiblemente presencial, que necesita inclusive de multitud y de gente próxima. Tuvimos que pensar en ese tiempo de pausa, en esa suerte de tiempo detenido, una utopía para los teatros. Ahí surge la idea del diccionario, empezamos a construir distintos tipos de teatro, algunos existentes y otros inexistentes como teatro antiguo, que podría ser una categoría posible, teatro wifi, que es una categoría inexistente, o teatro xilográfico. La idea era que hubiese una entrada por letra. Y después pensamos en veintiséis autores, en algunas conexiones más obvias y otras de conexiones menos obvias con el teatro, le asignamos una definición. Llamamos, por ejemplo a Rafael Spregelburd, le consultamos por el teatro de la Desintegración y ahí empezó a producir. La idea era que cada uno de los autores que escribieran un texto que iba a ser publicado, pero también del primer soporte, y también  el canal de YouTube en donde están todas las ponencias, todos estos textos están leídos por sus autores en un entorno de filmación, como de cine. También hay una zona performática, está todo ahí. Y la idea de hacer el libro, también era una suerte de dejar testimonio más físico por ahí, del proyecto. El libro salió editado por Gabriela Halac de Documenta/Escénica y el apoyo de Fundación Medifé. Gabriela ideó y construyó, como dice ella, este libro utópico, de hecho tuvieron que construir una máquina para poder hacer el troquel que caracteriza a esta obra. Es un libro rarísimo. Estamos muy contentos y vamos a presentarlo el 13 de abril en el Museo Nacional de Bellas Artes, que fue también el lugar que elegimos para lanzar el proyecto.

Los videos de las lecturas son bellísimos.

—El canal de YouTube está buenísimo, se puede ver a los autores leyendo su texto. Como por ejemplo, Pablo Maurette, que vive afuera no estaba, O Ricardo Bartís, que también escribió y le pidió colaboración a María Oneto, que nos dejó hace muy poco. así que tuvimos también la suerte que María colaborase con este proyecto.

La palabra es un disparador para quien escribe, y en este caso es una letra, con lo cual eso ya cambia un poco el concepto.

—Sí, una letra y luego una palabra también para cada letra hubo un tipo de teatro. Por eso la idea también del Diccionario “utópico” de teatros, que a puede sonar raro porque la gente habla de un diccionario de teatros. Pero después se entiende, en realidad, que los teatros son todos aquellos teatros que están asignados por cada una de las letras del abecedario. Primero estábamos muy atados a que fueran teatros posibles o existentes, tipo teatro antiguo, teatro épico, que son categorías existentes. Pero cuando se abrió la puerta de fantasear, de tener teatros utópicos, como el teatro zombie o el teatro cyborg, fue infinito. La idea que teníamos con la compañía U era no circunscribir, por lo menos en términos de lo que nosotros creemos pasa a veces con el teatro, que no fuera endogámica de las prácticas artísticas. Hay que poder ampliar el registro que nosotros mantuvimos como curaduría en el Teatro Cervantes cuando estuvimos a cargo. Y era un poco también la idea de que este libro se abriese a distintos campos. Así que estamos muy contentos con este proyecto tan original.

¿Y qué teatro le gusta a Alejandro Tantanian?

—Tengo un gusto bastante amplio en eso, soy muy ecléctico. Disfruto mucho ir al teatro. El teatro comercial me interesa, claro, porque hay prejuicios al respecto, a veces, el independiente. Me parece que sigue siendo una actividad que me fascina en principio como espectador. Que disfruto mucho, insisto, cuando las cosas están bien hechas o me conmueven. Quizá no están tan bien hechas pero igual hay algo del campo afectivo o emocional y esa propuesta te llega.

¿Proyectos fuera del Diccionario…

—Estamos preparando la tercera edición de una puesta en el Museo de Arte Moderno que se llama El borde de sí mismo. Es una suerte de invitación a determinados artistas a que se asomen al borde de su propia práctica para ver la práctica de otro. Es decir, convocar artistas de las artes performáticas o teatrales a mirar las artes visuales y convocar artistas visuales a que miren desde el borde de su práctica a las artes teatrales. Entonces, estamos construyendo el ciclo que va a arrancar en agosto y se van a presentar seis obras. Eso será a razón de una obra por semana durante seis semanas y en la séptima semana hacemos un continuado con las seis obras. Estamos súper entusiasmados, fue un ciclo que anduvo súper bien y además lleva otro tipo de público al museo porque bueno, en general, la gente de teatro no va al museo y la gente de las artes visuales no va mucho al teatro, entonces es un lugar que como de encuentro. Será de viernes a domingo a una entrada ridícula de 50 pesos así que no hay excusas. Me interesaba pensar un poco estas cosas de las que venimos hablando, cómo el teatro puede de alguna manera habitarse en otras prácticas, en otras formas de espectar porque le cambias el ámbito: se sientan en el piso porque no hay asientos, para la gente mayo hay un par de bancos, son performas cortas de 40 o 45 minutos.Hay algo de la práctica que hablamos en términos de cómo un ámbito puede cambiar la percepción y también hay algo de la libertad del propio artista convocado que está acostumbrado a hacer su obra en otro contexto. Hay una libertad que no la tiene en el otro lado, entonces eso es muy atractivo también: de ver a alguien que estaba por ahí encorsetado en su propia manera de entenderse o de ser visto por el público. Y desde la curaduría trabajo mucho eso, que te corran de la zona de confort en el sentido de empezar a pensar otro tipo de práctica. Y a los artistas se los dignifica con un pago, todo el mundo cobra. Lo destaco porque esto no es muy habitual. Entonces, lo mismo que nosotros hicimos con este proyecto del Diccionario…, pedimos un Mecenazgo alto y pagamos a cada artista . Un poco nosotros, como artistas, también cuando nos ponemos a gestionar tenemos que tener esa coherencia de dar lo que pediríamos si estamos del otro lado del mostrador. 

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