Federico Fahsbender es periodista, editor de Policiales en Infobae, docente en la Maestría de Criminología en la Universidad de Lomas de Zamora y poeta. El periodista de policiales fue uno de los invitados al #EternaSocialClub para hablar de El trueno en la sangre, publicado por la editorial Rara Avis en 2021, donde retrata la vida de uno de los últimos grandes delincuentes del hampa argentino, Martín “Banana” Espiasse, que engrandeció su mito desde su fuga del penal de Ezeiza en el 2013 hasta su captura final en 2017. ¿Lo mejor de entrevistar a un periodista? Es claro, directo y va al punto sin rodeos. Vean.
Por Lala Toutonian.
Hiciste también un podcast llamado “Archivo Negro” ¿Seguís con eso?
La verdad es que no, pero pueden encontrarlo todavía en Spotify como “Archivo Negro” que fue una serie de 5 historias de lo que a mí me gusta llamar el nuevo crimen argentino y cuenta las cosas que fueron ocurriendo en los últimos años, desde robos de cadáveres de bebés para oscuros rituales hasta presos internacionales en las cárceles de Ezeiza, también la mafia china, que es un fenómeno que estudio hace muchos años y que me apasiona particularmente, porque tiene una dinámica para hablar del nuevo delito en el país, las nuevas estructuras de poder del hampa y de las mafias. Todo este tipo de temas que me interesa contar como periodista. A mí no me gusta contar historias viejas y repetir lo que ya escuché. Prefiero decir algo nuevo, a riesgo de que tal vez no resuene, pero decirlo.
Para terminar de presentarte, tengo que decir que también sos fan del heavy metal y bajista de la banda Bushido.
Nos semi-separamos. No oficialmente separados pero teníamos una situación complicada con el baterista y decidí irme antes de tener un conflicto mayor con él. Pero después de que me fui de la banda, justo empecé a escribir el libro, así que te diría que después del último show en vivo, comencé a escribir. Pero sigo siendo un bajista sentado en boxes.
Lo interesante es el género que elegís, el heavy metal. Tanto en lo profesional como en lo más personal vas a los extremos.
Sí, totalmente siempre hacia lo extremo. Solía comprarle videos de cine de terror a un ex barrabrava del Real Madrid que tenía una cueva en una galería del microcentro porteño, y el tipo se fumaba un pucho tras otro viendo videos de peleas y me decía: “Todos los extremos son buenos”. Así que sí, puedo decir que siempre tuve un gusto por la violencia y por una representación estetizada de la violencia. Hablar de la violencia nunca es un espacio seguro. Tanto en las formas de arte más feroces, como en el periodismo policial. Si bien yo no empecé haciendo periodismo policial, ya que escribía sobre música, literatura y lo que pudiera escribir. En 20 años de periodismo escribí de todo, pero encontré “mi real lugar” haciendo periodismo policial. Y ahí no existe la seguridad. No existe algo en lo que te puedas refugiar.
Violencia que también escribiste en tu libro.
La historia de Martín Espiasse, “Banana”, que es el protagonista de mi libro El trueno en la sangre, tiene una brutalidad inherente que sigue hasta hoy. Martín creo que es la última historia clásica del delito del hampa en Argentina que quedaba por contar. Él, al contrario de todos esos grandes delincuentes que están en el imaginario colectivo, nunca depuso sus armas, nunca se rindió. Está preso pero nunca bajó la faca. La faca la tiene todavía en la mano. Incluso protagonizó un disturbio en donde se enfrentaron con su histórico número dos “El Cachetón Barrientos”, en la Unidad Nro. 7 de Chaco. Estamos hablando de alguien que cometió algunos de los robos y fugas penitenciarias más famosas de la Argentina.
Este libro publicado por Rara Avis es toda una novedad en su estilo de catálogo habitual.
Agradezco mucho a Rara Avis que se animó a publicar este libro, porque éste es un género que suele estar reservado a las editoriales mainstream y a mí me parece buenísimo que pude producir con ellos este libro. Fue hecho con muchísimo rigor y trabajo investigativo, con cuatro años de entrevistas, de caminar tribunales y cárceles, de haber leído alrededor de 3000 páginas de archivos, con documentación de 5 provincias distintas. Un trabajo muy grande. Por suerte tuvimos el apoyo del Fondo Nacional de las Artes, a través de la Beca Creación que gané en su momento. Pero destaco que una nueva camada de editores, como Rara Avis, se anime a un género que es históricamente difícil. Este es el primer libro de no ficción que Ramiro Mases edita y lo hizo como un águila.
Se nota desde la elección del nombre del libro. ¿De dónde viene ese título tan poético?
De varias partes, pero especialmente de Robert E. Howard, el autor de Conan El Bárbaro, porque así es como firmaba sus cartas: “With blood and thunder, Robert E. Howard”, con trueno y sangre. Esa me pareció una imagen divina.
¿Y sobre el protagonista de tu libro?
Espiasse, por decirlo así, es el delincuente más famoso de la argentina sólo que el público general no lo sabe.
No tuvo publicidad.
Claro. Es un delincuente cuya propia carrera criminal habla por sí sola y no precisa ningún tipo de auto marketing. Nunca posó para una foto. Nunca concedió una entrevista. Nunca le habló a un periodista. Se negó varias veces a hablar de mi libro. De hecho no quería que saliera el libro. Entonces yo tuve que construir su historia alrededor de él. En su rastro de papeles, sus víctimas, los policías y fiscales que lo persiguieron, sus cómplices, en el sistema carcelario en donde él era una figura muy encumbrada que inspiraba temor y respeto. Existe una dimensión muy mítica acerca de “Banana”. Espiasse es un hombre de Trelew y es muy famoso en la Patagonia. En 2007 cometió un asalto comando a un cajero automático en el Ministerio de Economía de Rawson y con ametralladoras soviéticas mataron a dos policías. Espiasse también fue parte de la fuga del Penal de Ezeiza del año 2013, junto con delincuentes sumamente peligrosos, como Renato Dutra y Thiago Ximenez que era miembro de una de las bandas más temibles del Cono Sur, los dueños de la marihuana de Paraguay, con un tráfico de drogas en Brasil en donde tienen hasta pistas aéreas propias. Alrededor de Espiasse siempre gravitaron delincuentes muy pesados.
Estuvo prófugo bastantes años.
Sí. Luego del asalto de Trelew, Espiasse fue uno de los últimos en caer. Lo capturan 3 años después en Mendoza, una provincia en donde ya había estado preso varias veces, y allí conoce a dos desesperados y a punta de ametralladora van a robar una fábrica de camperas en Godoy Cruz. Les disparan a los policías que acuden a la escena y ahí es detenido y cómo no le hicieron tocar el piano con las huellas dactilares, da un nombre falso. Dice llamarse Matías Nicolás Lago González y con ese nombre ficticio le sacan un DNI en el Servicio Penitenciario, con el cual comienza a percibir el “sueldo tumbero” y se convierte en el líder de un pabellón. Más tarde inventando una dolencia en un riñón logra que lo trasladen a un hospital y se fuga. Le pega al penitenciario que lo custodiaba y esposado se va corriendo a campo traviesa y se tira en un canal de hormigón de 6 metros y casi se mata. Cuando lo sacan del pozo, un fotógrafo le saca una foto y esa foto la reconocen en Trelew y se dan cuenta que es Espiasse, a quien estaban buscando desde hacía 3 años. Luego de ese reconocimiento lo condenan a perpetua y lo mandan al penal de Ezeiza y de allí también se escapa y reaparece en 2017 con una novia 20 años menor a la que golpeaba y maltrataba, la tenía encerrada en un búnker en el medio de la nada, con una cantidad enorme de armas de fuego, tan enorme como para hacerle la guerra a la policía e incluso ganarla.
Una vida delictiva casi cinematográfica.
Espiasse tiene una vida en el hampa argentina que no creo que pueda volver a ser vivida. Es algo que no puede repetirse. Hay muchos mitos que sólo él puede contar y decide no contarlos. Por eso la gran fuerza de todo este trabajo que hice es el propio silencio del protagonista. El libro justamente gravita en torno a preguntas como ¿Qué es delito para Argentina? Porque nosotros cuando pensamos en delito, apelamos a nombres como El Gordo Valor, en La Garza, esos delincuentes icónicos que son como El Hombre Lobo y Drácula. Pero son monstruos del universo argentino, pero pertenecientes a una época que ya no existe. Hoy las bandas criminales pueden hacerle el cuento del tío a una jubilada y robarle más de 50 mil dólares. El otro día estaba escribiendo sobre una banda gitana que aterrorizó a una anciana durante 24 horas y le sacaron literalmente 200 mil dólares en efectivo. Si robaran un camión blindado, no sacarían ni un cuarto de ese dinero. Son delincuentes que no tuvieron que disparar ni una sola bala y lo hicieron todo mediante la estafa, que es un delito excarcelable, y no mediante el robo.
¿Los delincuentes hablan con vos?
He hablado con muchos delincuentes y pueden ser hasta muy divertidos, ilustrativos, grandes escuelas de vida, chantas o todo al mismo tiempo. Espiasse no es una persona que admita ningún puente de diálogo y los que delinquieron con él tampoco lo admiten. El código de silencio que él construyó alrededor de su vida es increíble. Yo trataba de hablar con la madre, la hermana, con quiere fuera y el hermetismo era prodigioso. Hubo algunos que hablaron, claro, pero con un off the record extremadamente estricto. Hubo mucha gente que me dijo: “Te lo cuento pero no me escraches”, obviamente más que nada por miedo a Espiasse y a la respuesta que él pueda llegar a tener. Porque es la biografía de un delincuente sumamente inteligente, arduamente violento, con un arsenal de armas inaudito y al cual siempre lo entregaron “buchones”. Hubo una prostituta a la cual le pegaba, un delincuente que lo conocía y hasta tuvo un pedido de recompensa por su captura.
Tu libro, además de una biografía, es una gran crónica de estos tiempos, porque además de contar la historia de Espiasse, hacés un gran análisis de cómo funciona la justicia hoy en día, qué es el hampa, si los delincuentes pueden ser héroes actuales. ¿Existe realmente la condena perpetua?
Perpetua realmente no es, porque tiene un máximo de 35 años. Existe la pena de muerte encubierta en el sistema argentino, que son los asesinatos intracarcelarios. Los presos que se matan entre sí. Hay cierta dinámica de traslados de delincuentes pesados que habla de un mecanismo en donde si los terribles del sistema se matan entre sí, no tenemos que hacerlo nosotros ni somos culpables de sus muertes. Es horrible lo que digo, pero el sistema puede tolerar que sus elementos más temibles se maten entre sí y nadie pague las consecuencias. Metemos un montón de tigres con hambre en una jaula. Entonces ¿El sistema te resocializa o te anti socializa? Hay presos a los cuales resocializa porque los doblega, presos que llevan 3 condenas y están hartos de estar presos y harían cualquier cosa por salir, pero si una vez afuera pueden vivir robando sin que los agarren probablemente lo volverían a hacer. Pero mi libro va más a la pregunta de qué hacés con alguien como Espiasse que vive por el fierro y muere por el fierro ¿Qué lo mueve? ¿Por qué elige esa vida? ¿Es una pasión? ¿Cree que cualquier otro tipo de vida es indigna de ser vivida?
Ya en el primer párrafo decís que es un tipo que podría morir con toda la épica que su biografía merece. Llama la atención su hermetismo y de los suyos, o su negativa hacia el libro.
Martín tuvo una charla muy corta con Rodolfo Palacios. Rodolfo estaba dando un taller en Marcos Paz cuando Martín Espiasse estaba preso allí y yo por eso hablé mucho con Rodolfo durante la escritura del libro. Rodolfo es colega en Infobae y hemos hecho notas juntos. Es un maestro en este tipo de historias y también es un amigo.
Me llama la atención porque en un libro como Magnetizado, de Carlos Busqued sí se da una charla eterna con un asesino serial.
Y en un contexto sumamente distinto. Es una charla con un paciente psiquiátrico que está institucionalizado por el sistema en un lugar complejo como es el Prisma (programa especial psiquiátrico de la cárcel bonaerense) por el cual han pasado Pato Fontanet y Pity Álvarez. Por eso el libro de Carlos, la historia que trata, tiene ese doble filo, porque el tema es: ¿cuándo una persona deja de ser un asesino o un delincuente violento y pasa a ser otra cosa? Por ejemplo, un narcotraficante es narco 24 horas al día y yo creo que Espiasse es Espiasse las 24 horas del día y no es para nada psiquiátrico. Creo que deja de “ser Espiasse” con muy poca gente y en muy pocos momentos. Martín tenía una enorme plantación de marihuana en Mendoza y dicen que fumaba varios porritos por día, pero yo no encontré ninguna “escena” en su historia en donde se estuviera riendo.
Es todo pura adrenalina.
Es vivir en constante adrenalina. Movimiento total. Manejarse con cuatro identidades distintas. Es un gran ladrón de identidades y siempre fue muy hábil en construir esas fantasías propias y proyectarlas para lograr sus objetivos. Eso también es adrenalina. Por ejemplo en Mendoza, estando prófugo aún, mientras vivía una vida extrañamente civil, en todo ese tiempo estaba siendo el último en caer de la mayor fuga de un penal de la época contemporánea. Un tipo buscado con misiones judiciales por todo el país, rastreado por todas partes y él comiendo jalea real con una novia en pleno Mendoza.
¿Le podemos buscar una patología?
Martín en un momento se enfrenta a una psicóloga, esto está en uno de sus legajos, y le cuenta la historia de su vida, hace como una especie de perfil biográfico propio, en donde hay muchos huecos. Tal vez no le preguntaron lo suficiente o los suyos eran silencios deliberados. También su familia es hermética. Vos le preguntás a la madre de Martín ¿Me querés hablar de tu marido? No ¿Me querés hablar de tu nieto? No ¿Me querés hablar de tu hijo? No. Así de simple.
Y pese a ese hermetismo escribiste un gran libro.
Una de las grandes suertes que tuve es que dejó un gran rastro de papeles. Es una carrera delictiva muy documentada a nivel judicial. Martín Espiasse es un gran lector, así que incluso le he enviado libros, pero nunca me respondió. Como te dije antes, la gran fuerza de todo este trabajo que hice es el propio silencio del protagonista.